Los antiguos egipcios usaban, como nosotros y tantas otras civilizaciones, un sistema decimal de numeración.
Tenían tres tipos de símbolos numéricos, siendo el llamado sistema hierático el que nos ocupa en esta entrada. Aquí podéis ver los símbolos que representaban a los números:

Parece ser que escribían el número al revés, con las unidades a la izquierda… aunque no hacía falta ordenar los símbolos porque tenían uno para cada múltiplo de 10. Aquí tenéis dos ejemplos:

Llegados a este punto es obligado decir que conocían (¡de sobra!) las cuatro reglas elementales de la aritmética, sumando y restando por acumulación o disminución y sustitución por los símbolos necesarios y multiplicando y dividiendo sin ningún problema.
Precisamente la operación de multiplicar era muy curiosa, pues no necesitaban conocer ninguna «tabla de multiplicar»… se bastaban con doblar números y, luego, tener “buen ojo”.
Veamos un ejemplo del proceso con nuestra simbología, aunque ellos lo hacían con sus símbolos.
Vamos a realizar el producto 23 x 15
El método es el siguiente: se escribe en una columna el número 1 y en otra paralela uno de los factores; en este caso será el segundo. Sucesivamente se van duplicando los números y los resultados de esa duplicación hasta que, en la primera columna, no se rebase el otro factor del producto (ver la parte izquierda de la imagen siguiente):

No seguimos porque el doble de 16 (32), rebasa al factor 23.
A continuación, se observa qué suma de números de la primera columna determinan el primer factor: fijaos que 23 = 1 + 2 + 4 + 16 y es, precisamente, el desarrollo de 23 en sumas de potencias de 2 pues 23 = 20 + 21 + 22 + 24 = 1011(2 ¿Conocían el sistema binario?
Seguimos el proceso: se suman los números de la derecha (subrayados en naranja) correspondientes a los sumandos anteriores (subrayados en azul). Esa suma es el producto
23 x 15 = 15 + 30 + 60 + 240 = 345
Alguien argumentará que este algoritmo es pesado y/o tedioso, pero lo hará desde el prejuicio que tiene por el conocimiento y uso de nuestro método tradicional. Los antiguos egipcios alegarían que no necesitaban, para nada, el aprendizaje de nuestras famosas tablas de multiplicar.