Una banda de siete ‘proletarios del afano y del delinquo‘, como se autocalificaban, decidió, un buen día, asaltar la tienda de la esquina con el fin de ganarse el jornal de una semana en una sola mañana.
Con el plan establecido, estudiado, madurado, …, aprendido (en suma) … se dirigieron a las 9 hacia el colmado y, quedando tres en la puerta para vigilar la llegada de posibles inoportunos, entraron los otros con dos pistolas y cuatro gritos: ‘TODOS AL SUELO, ESTO ES UN ATRACO’
Al suelo se tiraron el tendero y la tendera. Uno de los atracadores se dirigió a la caja registradora y, abriéndola de un manotazo, tomó los billetes y monedas que tuvo a la vista. Al grito de ‘¡YA ESTÁ!’ salieron apresuradamente los cuatro por la puerta, en la que se les unieron los otros.
Corriendo sin parar llegaron, al cabo de unos minutos, a la caseta donde habitualmente se reunían dispuestos a repartirse el botín.
El que llevaba el dinero, que parecía ser el jefe, lo soltó encima de una mesa y dijo: ‘Vamos a repartir la pasta que tengo bastante prisa. Hay 28 euros. A ver,… ¿sabe alguien dividir?’
Se hizo un breve silencio hasta que el jefe soltó: ‘Bueno, pues lo haré yo’. Encima de la mesa, con un papel y un lápiz, y los otros seis mirando, empezó a calcular a la vez que lo explicaba: ‘Veamos. 28 para 7 … 2 entre 7 no cabe, por lo tanto cojamos el 8. 8 entre 7… 1 y nos queda también 1, y bajamos el 2. Ahora tenemos 21 entre 7 que cabe a 3 y el resto es 0. Por lo tanto, 13 euros para cada uno. Repito, tengo prisa. Cojo lo mío y me voy. Repartíos el resto…’
Y se fue con sus 13 euros. Y el siguiente cogió otros 13. Y el siguiente… quedó quieto un instante. Sólo un instante… igual que los demás.
Regresaron al poco los siete a la cabaña. Seis con cara seria y uno casi a rastras: el jefe. ‘¡He dividido perfectamente y todos lo habéis visto! Vamos a hacer ahora la prueba de la multiplicación y veréis como lo he hecho bien. Fijaos: multiplico 13 por 7… 7 por 3 son 21 y 7 por 1 es 7, por lo tanto 21 más 7, 28, que es lo que debía dar’
Mientras hablaba, iba escribiendo la operación para que todos quedaran convencidos de su razonamiento. Pero la desconfianza ya era grande y alguno se mostraba escéptico, por lo que debió insistir más en convencerlos de la bondad de sus operaciones:
‘¡Sois un atajo de burros que no sabéis nada de Matemáticas y pretendéis decir que os estoy engañando!… Bueno, no sabéis dividir ni multiplicar, pero sabréis algo de sumar, ¿no?’. La cara de los demás se aclaró un poco y todos asintieron. ‘Bien, entonces si yo sumo siete veces 13, que son los euros que nos corresponden a cada uno, y obtengo 28, os convenceréis del todo, ¿verdad?’… Y todos volvieron a asentir, ya más confiados.
Escribió en el papel la suma poniendo siete treces en columna y pidió a todos que sumaran con él en voz alta: ‘Sumemos las unidades: 3 y 3 y 3 y 3 y 3 y 3 y 3 son 21 y, ahora los unos, 1 y 1 y 1 y 1 y 1 y 1 y 1 suman en total 28,… , ¿o no?’
Todos afirmaron con la cabeza y el jefe, estirado y orgulloso, volvió a tomar sus 13 euros y se fue con gran urgencia… 😉